Algunas reflexiones sobre animales versus empresas.
Hace pocas fechas me topé con un viejo artículo que reflejaba, en un ocurrente cuadro, las analogías entre los sistemas y órganos del cuerpo humano y sus correspondencias en la empresa. Lo recorrí con la mirada entre divertido y condescendiente: un buen intento de casar funciones, y lamento decir que, a mi parecer, un poco reduccionista. Sin sorpresas: era lo que cabría esperar cuando hablamos de analogías ¿no?
Asociaba el cerebro con la gerencia, los músculos con el sistema financiero, el digestivo con la producción, el esqueleto con la cultura de la organización, y así sucesivamente, usando más y más la imaginación. Buscar asociaciones entre un cuerpo humano y una empresa puede llegar a resultar simplista y forzado.
Sin embargo, me llevó a hacerme ciertas reflexiones, por mi remoto pasado. Aunque no obtuve el título, estudié ciencias biológicas y aquellos conocimientos se daban la mano con lo que es mi vida profesional hoy, en el Instituto de Formación Avanzada, INFOVA, que se dedica desde hace más de veinte años a la formación en habilidades directivas.
Similitudes…
Volviendo a los organismos vivos, los animales que hoy conocemos tienen gran cantidad de similitudes. Comparten sistemas necesarios para la vida como el digestivo, el sensorial, el locomotor, el nervioso, el excretor, el reproductor… Por mucho que haya animales tan alejados entre sí como lo son un mejillón de un orangután, una lombriz de una estrella de mar, un coral de una abeja, todos ellos seres vivos con enormes diferencias, tienen sobre todo muchos puntos en común.
Con el cambio climático se extinguen muchas especies cada año. Solo sobrevivirán aquellas cuya esencia no las limite para competir en condiciones nuevas, que pueden ser un poco o muy diferentes. Cuanto más rígidos sean sus sistemas y estructuras, cuanto más especializadas y sin posibilidad de cambio sean, más abocadas estarán a desaparecer.
La increíble variedad de seres que se pueden dar con los mismos órganos, su ausencia o su desarrollo, es colosal. Lo mismo ocurre en nuestras empresas que comparten estructura y se dotan de dirección, administración, producción, recursos humanos, financiero (o de sus sucedáneos) …
¿Se parecen una gran farmacéutica y la pizzería de mi barrio? Pues sí, enormemente y a muchos niveles. Y ¿cuál tiene más papeletas para estar aquí dentro de, digamos, veinte años? Dejando aparte los innumerables imponderables y la economía-ficción, la respuesta las equipara de nuevo: cualquiera de ellas, la que mejor sepa adaptarse al entorno de aquí a entonces.
Y es que, en un mundo VUCA como lo es al que nos dirigimos, las empresas tienen que redefinirse continuamente y estar preparadas para el cambio continuo. PAN AM no se repuso del aumento del precio de los combustibles en los setenta, ya que se articulaba en torno a los vuelos oceánicos que tanto consumo tenían; Kodak no encajó en la era de la fotografía digital, tanto se aferraba a la venta de carretes de película. Son solo dos ejemplos de estrategias rígidas que colapsaron negocios dominantes en el pasado. La adaptabilidad, la diversidad y la plasticidad se van a imponer a la rigidez, la solidez y la inmutabilidad si no lo han hecho ya. Los órganos de dirección de las empresas deben estar atentos a las variaciones y afrontar cambios orgánicos y hasta de negocio en las empresas que dirigen.
Cambiar y adaptarse…
Muchos estudios sostienen que el éxito de la especie humana estriba principalmente en su adaptabilidad, gracias al empleo del cerebro: ni somos más veloces que los cuadrúpedos, ni más fuertes y ágiles que los demás primates, ni podemos respirar en el agua, ni volamos. Y sin embargo, dotados de la inteligencia necesaria para suplir nuestras carencias, hemos logrado ser más veloces que cualquier animal terrestre subiéndonos a un coche, levantar toneladas con una grúa, visitar fosas oceánicas en submarinos, y cruzar continentes en aviones.
Emulando al ensayo y error de la evolución, y acelerando plazos, la empresa que disponga de la suficiente información, y la aplique a realizar las modificaciones necesarias en pos de adaptarse para resultar competitiva, estará aquí dentro de veinte años, salvando los imponderables, ya sea una multinacional farmacéutica o la pizzería de mi barrio.
El bien más valioso de una empresa son las personas. Somos las células que constituyen los órganos. A todos los empleados se nos debería exigir cuanto menos estar preparados para el cambio, ser ágiles en nuestra función dentro de un organigrama y estar abiertos a crecer en la dirección de estar dotados de las mejores herramientas para conseguirlo.
Y tú, ¿cómo te estás preparando para el cambio?
Artículo de opinión escrito por nuestro colaborador Sergio Ródenas Picardat, Subdirector de INFOVA.